En primera persona: Nuestras lágrimas están secas, estamos agotados

La vida cotidiana continúa en las calles de Puerto Príncipe, a pesar de la inseguridad.

El bandidaje, la prostitución y los secuestros son los grandes negocios aquí (…) Muchos jóvenes ya no creen en el trabajo y la paciencia. 

Duval Dormeus , joven activista.

© UNOCHA/Giles Clarke
La vida cotidiana continúa en las calles de Puerto Príncipe, a pesar de la inseguridad.

En primera persona: Nuestras lágrimas están secas, estamos agotados

Paz y seguridad

Desde que Haití se ha convertido en un lugar de guerra, la inseguridad reina en distintas facetas de las vidas de sus residentes. Duval Dormeus forma parte de un grupo apoyado por el Fondo para la Consolidación de la Paz para motivarlos en cuestiones relacionadas con la paz y la seguridad.

Entrevistado por primera vez por Noticias ONU en julio de 2022, el joven activista de Haití ha descrito cómo años de violencia de bandas, secuestros e inseguridad en la capital del país, Puerto Príncipe, han hecho que sus "lágrimas se secaran".

La situación de seguridad ha empeorado en el país caribeño desde entonces.  En los tres primeros meses de 2024, más de 2500 personas han muerto o han resultado heridas debido a la violencia de las bandas, según la misión de las Naciones Unidas en el país (BINUH).

En ese entonces, Dormeus contó cómo se las ha arreglado para salir adelante en los últimos dos años:

Duval Dormeus
© Duval Dormeus

"Veo el mal estado de mi país. Observo la vida de la gente, cuyas vidas están cargadas de violencia y miseria. Observo cómo la gente se ha resignado a la pobreza. 

Hay más bandidos y estoy viendo cómo están convirtiendo a los haitianos en refugiados en su propio país. El bandidaje, la prostitución y los secuestros son los grandes negocios aquí. 

Estoy viendo la inseguridad que no perdona a nadie; empresarios, artistas, estudiantes, comerciantes, todos estamos afectados. También veo un país sin salida. Estoy viendo cómo niños de 14 años son obligados a prostituirse por adultos.

En este país, el alimento preferido de perros y cerdos son los cadáveres frescos que encuentran en las calles de la ciudad. Aumentan la miseria, la muerte, y el desempleo. Se oyen disparos y hay muertos todos los días. 

Muchos jóvenes ya no creen en el trabajo duro y la paciencia. 

Los incendios arden en las calles de la zona de Cité Soleil de Puerto Príncipe.
© UNOCHA/Giles Clarke

Un lugar de guerra

Sigo viviendo en el barrio de Cité Soleil, un lugar de guerra, un lugar de miseria, aunque como país Haití apenas sea habitable. Pero a pesar de todo somos resistentes, así es como sobrevivimos.

Todo está ocurriendo delante de mí me casa. Quiero refugiarme en algún sitio, pero no puedo esconderme porque necesito resistir. 

Mi aliento está agotado, y nuestras lágrimas, las lágrimas de los jóvenes están secas. 

He visto demasiado para alguien de mi edad. La cabeza me da vueltas, pero mi cerebro no deja de pensar, así que sigo luchando.

Bailarines en un acto juvenil en Puerto Príncipe, Haití. (archivo)
ONU Haiti/Jonathan Boulet-Groulx

Motivación y esperanza para los jóvenes

He seguido trabajando en la organización comunitaria que apoya a los jóvenes: Comité Consultatif de Jeunes. Trabajamos duro en zonas afectadas por la violencia de las bandas para reducir la delincuencia juvenil. 

Lo hacemos mediante actividades de grupo, reuniendo a jóvenes de barrios controlados por distintas bandas para hablar de los retos a los que se enfrentan y de sus esperanzas para el futuro. 

Me pagan por estas actividades de grupo y así es como sobrevivo. 

A pesar de los muchos problemas, siento que he crecido en los dos últimos años gracias a mi trabajo en la comunidad. Siempre estoy disponible para motivar y apoyar a otros jóvenes.

Me gustaría conocer a jóvenes de otros países para intercambiar ideas y entender cómo abordan los problemas a los que se enfrentan, como el cambio climático, la tecnología y el desarrollo sostenible.

Cuando hablé por primera vez con Noticias ONU mi identidad estaba protegida por motivos de seguridad, era anónima. Aunque ahora la situación es más peligrosa, quiero dar la cara y demostrar la clase de persona que soy. 

Sé que hay riesgos pero, de este modo, creo que mi familia, mis amigos y la comunidad estarán mejor protegidos.